Buscar trabajo es MAL

Llevo casi dos años en paro.

Perdí mi trabajo a causa de un ERE de extinción. Sin embargo, una vez pasado el shock inicial, decidí no quedarme de brazos cruzados y todo este tiempo lo he dedicado a formarme, reciclarme y reorientar mi carrera profesional: idiomas, un máster bastante reconocido, ahora otro especializado en on line…

El objetivo: volver a estar en el mercado lo antes posible. Creo que mi «problema», por decirlo de alguna manera, es que siempre he tenido un perfil profesional muy específico (redactora de contenidos en un medio de comunicación). Y viendo cómo está ahora mismo ese sector, con cierres y despidos un día sí y otro también -y tras haber sufrido un ERE brutal- francamente, no tengo muchas esperanzas de volver a trabajar en un puesto similar.

Fuente: Nicatalento.com

Resumiendo: toca renovarse o morir. Y eso es precisamente lo que he hecho en este tiempo: invertir esfuerzo (y dinero) en formación para ampliar mis conocimientos y aptitudes, y así poder encajar en otras ofertas de trabajo.  Así pues, me especialicé en marketing off y on line, gestión de RRSS, comunicación corporativa, etc., además de incrementar mi nivel de inglés y francés.

 

Y ahora que creo ser más competitiva, que ya puedo entrar en el juego, me hallo buscando trabajo de manera activa. En estos momentos, estoy dada de alta en Infojobs, Infoempleo, JobandTalent, y demás portales similares. Casi todos los días me inscribo en una o varias ofertas en las que veo que «podría» encajar. Pero a la vista está que no encajo.

Nunca pensé que esto iba a ser tan, tan, tan difícil. Imaginaba que no sería fácil, no me he caído de un guindo, sabía cómo está el panorama. Pero hasta que no estás de lleno en el barro no sabes hasta qué punto la cosa pinta mal.

Sin embargo, dado que mi perfil ha mejorado bastante en este último año, tenía la esperanza de que más empresas se fijaran en mí. Esperaba hacer más entrevistas de trabajo. Pero, de momento sólo he ido a una. Y cómo no, salió mal.

Lo más lejos que llego en el proceso de selección es que una empresa visite mi CV y a partir de ahí pasan dos cosas: o me rechazan sin más (no encajo en el perfil, entiendo) o me quedo ahí.

Leen mi CV pero no llego a la siguiente fase ni me llama nadie para una entrevista de trabajo. Estás ahí, como en el limbo de los CV. Es como si la empresa pensara «bien, tu CV no está mal; de momento lo dejamos a un lado, mientras vemos otras opciones. Ya si eso, otro día volvemos a ti». Y así pasan los días, las semanas… Y de repente, un día te da por mirar cómo sigue el proceso, y ves que ya está cerrado.

Para eso, casi prefiero que me descarten. Así, elimino la oferta y ya no pienso más en ello. A otra cosa, mariposa. Aunque bueno, también fastidia que te descarten.

Ayer mismo me sucedió. Y me dolió especialmente por dos razones principales: la oferta en sí, que tampoco era nada del otro mundo, y el hecho de que ya había pasado a esa «siguiente fase» que tan pocas veces alcanzo.

No lo entiendo: si paso a la siguiente fase, es que les ha interesado de verdad mi CV. No sólo lo han leído, sino que lo han seleccionado para estar entre los posibles candidatos al puesto. Vamos: que para mí, el siguiente paso es una llamada citándome para una entrevista. Pero vaya, parece ser que esto no siempre funciona así.

La oferta, como digo, no era nada del otro mundo. Buscaban a alguien para gestionar las redes sociales de una empresa que fabrica y vende de colchones y almohadas, situada en un pueblo remoto del interior, a 74 km de mi casa. Pedían ser licenciado (o graduado), sin especificar nada más, experiencia en RRSS y no se requería experiencia previa. Sin duda, daba el perfil e incluso lo superaba con creces. Por supuesto, jornada completa (hasta las 18.30), lo cual ya me impedía poder seguir con los idiomas en la Escuela Oficial. Pero oye, eso es lo de menos. Lo importante es trabajar.

Ofrecían un contrato temporal, para un año (eso ya me moló menos), y no especificaban ni el salario. Pero como digo: no hay que rechazar nada a priori (aunque ellos sí te pueden rechazar a ti, sin contemplaciones).

Total, que estaba casi convencida al 99,9% de que me iban a llamar. Estaba ya incluso pensando cómo me las iba a apañar para poder seguir con los idiomas, y valorando cómo ir al famoso Puebloperdidodelamanodedios, si en coche o en tren. Yo ya haciéndome mi propio cuento de La Lechera…

Total, para nada: a las pocas horas de haber pasado a la siguiente fase, vi que me habían descartado. Aham…

Lo peor es que no sabes muy bien por qué te envían directamente a la Papelera de Reciclaje de los CV: si es que no encajaba en el perfil (really???); si es que estoy sobrecualificada. O directamente, vieron que no me iba a compensar hacer todos los días 140 km para la previsible mierda que me pensaban pagar. Vamos, que antes de que yo les dijera no, me lo dijeron ellos a mí.

Otra opción puede ser mi edad: mujer, 34 años. DANGER, DANGER!! Es ver estos datos y se les encienden todas las alarmas: «Ésta en cualquier momento se nos ‘preña’ y nos deja tirados». Porque ésa es otra. Creo que estoy en una edad bastante mala para encontrar un nuevo trabajo. Si fuera hombre, supongo que no sería tan complicado. Pero ay, amigos, ser mujer, casada, treintañera… es lo que tiene. Que ya te ven cargada de churumbeles o buscando tenerlos.

En mi caso, no tengo hijos (de momento). Otra cosa son las ganas, que de eso sí tengo. (Bueno, a ratos). Pero lo que tenemos bastante claro es que hasta que no haya al menos un sueldo «estable» en casa, no nos lanzamos a la aventura «Bebelandia». En otra ocasión hablaré de este tema.

Hoy se trata de trabajo. De lo chungo que está encontrar un curro decente. A veces he pensado: «Va, da igual que tenga una carrera, dos máster, 10 años de experiencia, idiomas, etc. No importa que lleve toda mi vida formándome… Si mañana me llaman del Mercadona, me voy de cabeza».

JAJAJAJAJAJA! Pobre ilusa. Entrar en Mercadona, aunque sea de cajera, es más complicado que superar los Juegos del Hambre.

Así que nada… Sólo nos quedan las pymes, que ahora te piden saber hacer de todo (diseño web, «llevarles» las redes sociales, comunicación on line, atención al cliente, tener vocación comercial, saber de Photoshop e Illustrator, 2 idiomas nivel bilingüe, etc.), para luego pagarte una miseria. Lo que pueden pagarte, ya que la mayoría atraviesa problemas financieros.

Lo de los idiomas «nivel bilingüe», me toca los ovarios especialmente: ¿para qué narices necesita «Encofrados Paco e Hijos» a un tío/tía con inglés y alemán/francés «nivel nativo», si luego su mercado es 98% español? Me quedo loca. Que ya no es que pidan un nivel avanzado, un B2, por ejemplo. No, directamente, nativo.

Fuente: ygeia.es

Luego, esa misma persona, además, debe ser licenciado, tener un MBA o similar, mínimo 5 años de experiencia, saber de redes sociales, de diseño web, retoque fotográfico con Photoshop, tener aptitudes comerciales, etc. Lo que viene siendo un Candidato Unicornio (porque es más difícil de encontrar que al mítico animal). Para luego, eso sí, pagarle 900 euros netos. Venga, por favor. Seamos serios.

 

Fuente: picslist.com

Si tú, querido empresario, no vas a pagar lo que vale esa persona (una persona con titulación superior, un postgrado, experiencia, un nivel de idiomas más que avanzado, que además sabe de informática, de RRSS, etc.), vamos, un profesional que vale por 5…, entonces no pidas todo eso. Sé realista y sé honesto, querido empresario. Pero no, ya que estamos, vamos a pedir.

¿Y cuál es el problema? Pues que existen Candidatos Unicornio que dan el perfil  completo (o casi), y que están tan desesperados por trabajar que aceptan el trato. Y ahí está la trampa. Gente hipercualificada, cobrando miserias.

Pero sin duda, lo peor de buscar trabajo es esa sensación perenne de que no vales nada. De que nunca va a ser suficiente. Siempre piden algo que no tienes. E incluso que no tendrás nunca (como en esas ofertas que he visto, en las que sólo cogen a gente de menos de 30 años).

Lo peor es sentirte como un trozo de carne, como una cabeza de ganado, a la que examinan y evalúan, para ver si vale o no. Una mierdecilla.

Lo peor es esa relación de desigualdad que se crea entre el candidato y el que selecciona. El candidato, como un gladiador tirado en la arena, esperando la decisión final. El de RRHH, como el César, con el poder supremo de, con un movimiento de pulgar, salvar al gladiador o enviarlo a los infiernos.

Y lo peor es también esa sensación de angustia, de no saber cuándo se acabará esto. Ese preguntarme cada día si saldré de esta situación; si alguna empresa se interesará por mí en algún momento. Si volveré a trabajar y a hacerlo con ilusión, en un trabajo que me motive, aunque sea un poco. En una empresa en la que me sienta valorada y apreciada, con un buen ambiente de trabajo. Si volveré a tener un salario.

Fuente: mujervidaymas.com

Quizá visto así, parezca algo exagerado. Pero así me siento. Y sé, por desgracia, que no soy la única. En fin, ojalá esto cambie, y lo haga pronto, por el bien de todos.